Un teso digno de imitar

Q’HUBO comienza hoy su serie ‘Los tesos de las empresas’. Nuestro primer invitado pasó de barrer a ser director de planta con más de 200 […]

Q’HUBO comienza hoy su serie ‘Los tesos de las empresas’. Nuestro primer invitado pasó de barrer a ser director de planta con más de 200 personas a cargo.

Se trata de Jaime Alberto García Medina, un ejemplo latente de que cuando hay ganas, esfuerzo, sacrificio y compromiso, es posible cumplir sueños aunque estos parezcan difíciles de alcanzar.

“Tenemos que aprender a valorar lo que tenemos, a trabajar honestamente. Cuando uno encuentra un tesoro como esta compañía tiene que valorarlo y cuidarlo. Entré sin nada y hoy he podido darle una vida completamente diferente a mi familia”.

Jaime Alberto García Medina.

En su caso, cuando comenzó a trabajar en oficios varios para la Compañía de Empaques S.A. hace 30 años (de los 49 que tiene de vida), mientras barría las instalaciones de la empresa se ilusionaba con aprender a hacer lo mismo que realizaban sus compañeros en la planta de producción, pero sabía que para crecer necesitaba ser aplicado y estudiar sobre el arte que quería desempeñar.

“Llegué a través de una amiga que trabaja en el servicio doméstico de uno de los dueños de la empresa. Se abrieron algunas vacantes y me postulé a oficios varios, siendo elegido”, recuerda Jaime de sus inicios en esta empresa.

Su camino

Para llegar a ser el actual director de planta de la Compañía de Empaques, cargo en el que administra las plantas de mallas de polipropileno, cartón plástico y tejedurías Sulzer (con el que se fabrican los sacos en que se cargan las papas, por ejemplo), Jaime fue fiel a sus principios y valores: hacer las cosas bien, ser humilde para aceptar las correcciones que le hacían sus superiores y tener la voluntad de estudiar, aprender y aplicar lo que necesitaba para escalar en la empresa.

Descripción: Jaime García empleado de la Compañia de Empaques. Personajes: Jaime García. Fecha de evento: 19/11/2020. Foto: Edwin Bustamante Restrepo

“Comencé barriendo, pero mi intención era aprender todo el tiempo, percibiendo que en la empresa había necesidades y se hacían convocatorias internas, pero también hay una cultura organizacional en la que los unos le ayudan a los otros y se transmite el conocimiento”, señala.

Aprendió a coser y marcar costales, y a prensar productos terminados, pero luego, junto a su compañero John Fredy Castrillón, comenzó a estudiar una tecnología en calidad en el ITM. Para llegar a tiempo a las clases, compraron entre ambos una moto, una Kawasaki 125 que les costó cerca de $ 800.000 de la época (hace 20 años). Ni pase tenían, tuvieron que sacarlo para poder manejarla. El dinero lo recogieron de unas bonificaciones recibidas un diciembre.

Su ascenso

Al completar los primeros 4 semestres, la empresa abrió varias convocatorias seguidas para un inspector de calidad. No pasó en la primera, ni tampoco en las tres siguientes. Pero en la quinta lo logró, luego de dos años de espera.

Sus estudios continuaron: a la tecnología en calidad le sumó una tecnología en producción, también en el ITM. Eso le ayudó a que dos años más tarde asumiera como supervisor de control en el área de mallas, antes de dar el paso a supervisor de planta.

Pero su deseo de seguir aprendido no se detuvo. “Arranqué este proyecto, en el que me entregaron dos plantas junto a otro supervisor. Estuvimos más de cinco años, pero yo seguía tratando de aprender más, ya había terminado la tecnología de producción e hice el ciclo complementario para terminar la ingeniería de producción en el ITM”.

El reconocimiento

Sus deseos y sus ganas fueron valorados por la Compañía de Empaques y por sus compañeros de todas las áreas. En 2016, luego de un proceso de más de 25 años de aprendizajes y retos, Jaime fue ascendido a director de planta, donde está en la actualidad.

“Hoy administro un área con cerca de 200 a 240 personas, a quienes debo dirigir y ayudar en sus procesos”, precisa.

La empresa, dice, es el ejemplo principal de su vida, “después de Dios y mi familia”. Agradece las oportunidades que ha recibido, no solo él sino su familia: varios de sus allegados hacen parte de la compañía e incluso su hijo Sebastián, de 21 años, también está vinculado, aunque no es uno de sus dirigidos. “Todo lo que tengo se lo debo a esta empresa”, cierra.

Su familia

Jaime tiene 49 años, nació en Abejorral, a los 8 años su familia se trasladó a Medellín. Está casado con Sandra Milena Banguera y tienen un hijo, Sebastián, y un nieto, Mateo. Además vive con un sobrino, Juan José Gallardo.