Sobre las 9:00 de la noche de este miércoles, 27 de julio, fue llevado el féretro de Darío Gómez al lugar donde se adecuó la cámara ardiente para que sus seguidores le den el último adiós.
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Cuando el carro fúnebre arribó a la Unidad Deportiva Atanasio Girardot, cientos de fanáticos gritaron “¡Darío, Darío, Darío” y algunos le dieron golpes al vehículo, en clara señal de que la partida al otro mundo de su ídolo musical no les es indiferente.
Adentro del atáud estaba el cuerpo del que es considerado el mejor cantante de música popular de Colombia. Los empleados de la funeraria vistieron como a él le gustaba lucir en sus conciertos: impecable. Camisa y saco de esmoquin blancos, corbatín dorado y pantalón negro; ahí estaba el que es y será siempre el Rey del Despecho.
Minutos después, mientras no paraban de sonar los éxitos del artista paisa en el coliseo de voleibol Yesid Santos, permitieron el ingreso de ciudadanos, que uno a uno fueron pasando para ver al hombre que con ese vozarrón tantas veces los puso a cantar, los acompañó en un momento de despecho y los llevó a brindar con copa en mano. ¡Q.E.P.D., maestro!
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